En OVD

Hoy temprano me vine en el auto (coche) de Lucia y su amiga desde Panes (campamento base) a Oviedo, pero no exactamente Oviedo, sino que al "Parque Prin" una especie de Parque Arauco versión Asturiana nada que no se haya visto antes. El asunto es que me dicen que van de compras y que quieren probarse vestidos y tales cosas, y por otro lado yo andaba en busca de una maleta que sustituyera la que Iberia me había destruido, así que ellas amablemente me acompañaron a comprar mi super maleta. Luego las deje para que hicieran sus compras tranquilas y yo aprovechar de turistear en un lado que no fuera un mall tipo.


Finalizado tal trámite, emprendí rumbo en el autobus nº1, con las escuetas indicaciones que mi hermana minutos antes me había dado para llegar a su casa. La primera sorpresa fue la agradable y bien recibida calefacción del autobus y luego los asientos temperados en la zona de la espalda y no es que otra persona iba sentada antes de que yo me subiera, ¡eran chorritos de aire!

Llegué a casa de Fran (hermana) luego de 30min de viaje desde las afueras de la ciudad y atravesándola de un extremo a otro, todo perfecto, me planto en el portal; llamo al timbre; tomo el ascensor y Voilà estoy en casa!

Conocí a Esther (una de las room mate de Fran) y a la vecina; una señora que según dicen no tiene nada mejor que hacer que colgar ropa y cosas insólitas que lava, desde mantas enormes hasta la cama de su perro. Todo el día colgando y descolgando ropa del cordel.


Decidimos hacer algo por nuestra vida y fuimos a la estación de trenes a sacar los billetes para el AVE que nos llevará desde Sevilla a Madrid, en la espera de que nos atendieran una de las señoras de la boletería se dio cuenta de que había un maletín de dudosa procedencia en un lugar del mesón, tras preguntar si este tenía dueño y ante la negativa de los presentes llamaron a la Guardia Civil para que iniciara los trámites (no olvidar lo de la ETA y esas cosas que pasan). Al parecer no era más que un simple descuido y un susto momentáneo.

Cuando llegó el momento de nuestro turno, pasamos a la ventanilla y nos damos cuenta que el señor que nos está vendiendo el billete es el mismo que sale en la publicidad de la lotería deseando suerte a quien compre los boletos, sorpresa mayor fue que al ingresar los datos para sacar los asientos del tren sale en una pantalla que somos los afortunados beneficiados de la Tarifa Estrella del Renfe, la que consiste en un descuento de un 40% del valor de nuestra compra, que considerando lo caro de los pasajes fue muy bien recibido por nuestros bolsillos. Creo que fue una de esas tantas casualidades que se presentan y te hacen que el día vaya bien.

Luego en la tarde fuimos con Esther a la calle Gascona a tomar unos culines de Sidra y comer una tabla de quesos locales y dulce de membrillo que estaba buenísima y que de paso agradecemos los 20 euros que C. nos regaló!

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